Los Tuyos: Infraestructura Digital para Economías Colaborativas

En los últimos años, la tecnología nos ha dado nuevas formas de coordinar esfuerzos: plataformas, wallets, mensajería, blockchain, comunidades digitales. Y sin embargo, seguimos midiendo el valor casi exclusivamente a través del dinero. En ese marco, iniciativas sociales, culturales y comunitarias suelen chocar con un límite recurrente: su impacto no se refleja en números tradicionales. Enseñar, conectar personas, abrir espacios culturales, compartir saberes, acompañar, liderar proyectos colectivos: todo esto crea valor real, pero rara vez está cuantificado.

Los Tuyos nacen para llenar ese vacío. Son tokens digitales de reciprocidad, diseñados para reconocer participación, colaboración y contribuciones al bien común dentro del ecosistema de Tantuyo. Funcionan como una herramienta social que permite articular proyectos sin fines de lucro, iniciativas culturales, comunidad creativa y redes de apoyo. No buscan reemplazar al dinero, sino complementar sus limitaciones, haciendo visible lo que usualmente queda fuera: los vínculos humanos que sostienen la vida colectiva.

Su diseño considera el uso de tecnologías actuales como aplicaciones móviles, bases de datos distribuidas y plataformas web. La intención es que cualquier persona pueda usar Tuyos con su celular: asistir a una actividad, colaborar, registrar su aporte y ver cómo circula el valor simbólico que co-crea. Más que una moneda, los Tuyos son un lenguaje compartido para reconocer esfuerzos y alinearlos hacia propósitos comunes.

Un aspecto central de su propuesta ética es que los Tuyos aspiran a no convertirse en dinero, es decir, a no ser intercambiables por pesos mexicanos. No porque sea técnicamente imposible, sino porque su valor radica en que lo que miden no debe verse reducido a un equivalente financiero. Sin embargo, entendemos que cualquier sistema social opera dentro de marcos legales y regulatorios que podrían modificar esa aspiración. Aun así, la intención fundante se mantiene: evitar que la lógica del mercado absorba lo que aquí se quiere resguardar. Su espíritu es proteger lo simbólico, lo social, lo colaborativo.

La palabra “Tuyo” no pretende señalar propiedad individual; al contrario, sugiere vínculo. Algo es tuyo porque forma parte de lo que co-construimos. Si recibo un Tuyo, no sólo obtengo un reconocimiento: quedo integrado en una red de reciprocidad. En este sistema, incluso “deber” Tuyos —estar en saldo negativo— no es una falta ni una penalidad, sino una manera de permanecer conectado. A diferencia de la deuda financiera, que empuja a cerrar ciclos, la deuda de Tuyos abre y sostiene relaciones.

Así, cualquier persona puede ingresar a Tantuyo aunque no tenga Tuyos. La barrera de entrada no es el dinero, sino la disposición a participar. Una persona puede asistir a un taller, evento o clase y, si no cuenta con Tuyos, simplemente queda con saldo negativo. Más adelante podrá recuperarlos colaborando: apoyando producción, enseñando algo, compartiendo contenido cultural, participando en limpieza, conectando redes, investigando, haciendo registro audiovisual, traduciendo, escuchando. El sistema no pregunta cuánto tienes, sino cuánto quieres involucrarte.

Un ejemplo sencillo es suficiente. Alguien llega por primera vez a Tantuyo y encuentra una clase de salsa. Le interesa. Asiste. La clase “cuesta” 100 Tuyos. Como no tiene saldo, queda en –100. Al finalizar, descubre que puede recuperar Tuyos contestando una encuesta cultural, ayudando a montar otra actividad o quizás compartiendo un aprendizaje que ya posee. Nada lo excluye: empieza en negativo, pero puede avanzar. Meses después quizá descubre un talento, aprende más danza, y termina ofreciendo un taller. Así, lo que comenzó como una deuda simbólica se convierte en propósito.

Otro caso: una artista emergente. No puede pagar la renta de un espacio para exponer. En Tantuyo, recibe el espacio con una deuda simbólica, por ejemplo –1000 Tuyos. Durante la exposición ofrece talleres para la comunidad, comparte contenido auténtico, participa en diálogos públicos. Su contribución suma valor cultural para otras personas. Al final, no sólo “saldó” lo recibido, sino que ahora tiene un pequeño superávit para futuras colaboraciones. El sistema no le pide solvencia económica: le pide participación creativa.

Todos estos intercambios quedan registrados digitalmente, formando un historial colectivo de aportes. No se trata de vigilar, sino de permitir ver cómo cada acción se integra en una red viva. La trazabilidad fortalece la confianza porque nos recuerda algo fundamental: lo que hacemos importa y deja huella. En vez de depender únicamente de testimonios informales, podemos observar cómo los gestos colaborativos han nutrido nuevas iniciativas. Esta transparencia no clasifica personas en mejores o peores; simplemente cuenta historias compartidas.

La razón de ser de los Tuyos no es acumular, sino circular. De ahí su cercanía conceptual con la cadena de favores: alguien ayuda, otra persona recibe, más tarde ayuda a otra. Pero a diferencia del modelo tradicional —donde el rastro se pierde—, los Tuyos permiten que la cadena sea visible. No se rompe la generosidad, se hace rastreable. Puedes ver cómo tu taller hizo posible el proyecto de alguien más, que a su vez permitió la actividad de otra persona. Se dibuja un mapa vivo del impacto colectivo.

Esta perspectiva desafía la idea de que sólo lo financiable merece existir. En nuestro contexto cultural, lo no medido suele ser ignorado. Los Tuyos no prometen resolver problemas macroeconómicos; su promesa es más íntima: permitirnos reconocer lo que ya hacemos bien, pero que no sabemos cómo nombrar. Hacer que la cultura, la solidaridad y la colaboración tengan espacio concreto en una economía de vínculos.

Hoy los Tuyos están en etapa piloto. Podrían evolucionar hacia nuevas formas: integrarse a plataformas culturales, servir como identificadores de participación, fomentar aprendizajes, documentar colaboraciones entre instituciones, escuelas, colectivos y artistas. No sabemos hasta dónde puedan crecer, pero sí sabemos qué intentan cuidar: que la cultura y la comunidad existan no como bienes de lujo, sino como prácticas accesibles y compartidas.

Quizá lo esencial no sea cuántos Tuyos se obtienen o se pierden, sino lo que revelan: un deseo por reconstruir formas de pertenecer que no dependan del dinero. Un recordatorio de que el valor puede medirse de otra manera. Que la tecnología no tiene por qué servir sólo al consumo; también puede amplificar cercanía, cuidado y aprendizaje.

Los Tuyos son una invitación a probar otro lenguaje para decir “gracias”, “estoy contigo”, “esto que hiciste vale”, “sigamos construyendo”. Un experimento vivo que busca articular proyectos sociales y culturales con herramientas digitales al servicio de la vida comunitaria. Si logran crecer, no será por su diseño técnico, sino por la fuerza humana que los hace circular.

Tal vez su mayor promesa sea esta: ayudarnos a contar lo que realmente cuenta.

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